Lo importante es como termina: Décimo

Talleres perdió con Dálmine y quedó sepultada la posibilidad de jugar el menos, el torneo reducido. El fracaso rotundo de Ruggero en la conformación del equipo, los desaciertos de parte de la dirigencia en la visión del futbolística del proyecto, y el pobre nivel de muchos de los futbolistas, terminó dejando como saldo la campaña más pobre de la historia Albirroja.

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Archivo. Ruggero armó un equipo con sus hombres y dejó el cargo aventurando un pobre final de campeonato.


“Lo importante no es como se empieza, sino como termina” sostuvo en reiteradas oportunidades, el ex entrenador Albirrojo y mentor de este equipo, Osvaldo Ruggero. El mismo, que deberá sumar y destacar en su currículum, además de sus cualidades que lo llevaron a autodenominarse como un técnico “octogonalero” –a partir de su habilidad para ascender equipos, de la Primera “D” a la “C” a través de torneos reducidos-, la conformación, realización y conducción durante 33 partidos, del equipo de Talleres, que coronó la peor campaña de su historia. Décimo en la tabla general de la Primera C -cuarta categoría del fútbol argentino-, y se quedó afuera del torneo reducido, después de perder 13 partidos sobre 38 que se jugaron en la temporada.

Disculpe la insistencia, y está cierto que no somos desde Frecuencia Albirroja, los dueños de la verdad. Simplemente opinólogos, si quiere así calificarnos. Y lo eximimos si así elige, de tener que leer estas líneas, donde encontrará críticas y descripciones antipáticas –para algunos-. Pero es necesario también, hacer un balance a esta altura de los acontecimientos.

Aquello que el técnico de Talleres en su momento (Osvaldo Ruggero), intentaba disfrazar, con prolijos conceptos, tras un pésimo arranque de temporada, tratando de distorsionar una realidad que veíamos algunos, y que otros más cercanos, con responsabilidades en las decisiones no reconocían, hoy se pone de manifiesto sobre la tabla de posiciones. Este Talleres conformado por Ruggero, con el aval de la dirigencia, no estaba ni estuvo a lo largo de la temporada, a la altura de las circunstancias.

Es evidente, que aquello también anunciado por el propio entrenador, y aceptado por los dirigentes de la Subcomisión de fútbol de Talleres, que se convencieron con el discurso esgrimido por el ex entrenador, en cuento a las bondades de su proyecto, y el tiempo que se ganaba importando jugadores para formar el plantel, que “ya sabían lo que él quería y entendían cada movimiento”, fue otra de las más grandes falacias de la temporada. Talleres no solo tuvo un equipo con muchos futbolistas de poca experiencia, sino que también en algunos casos, no cumplieron las expectativas; y en otros, terminaron siendo despedidos antes del cierre del campeonato.

Solo pocos, de los que llegaron de la mano de Ruggero, rindieron como se esperaba. Y los refuerzos, fueron otro desacierto. Y de los propios, de aquellos que son del Club, se observó rendimientos dispares, y en algunos casos muy bajos, que no evidenciaron una evolución en su nivel a partir del trabajo desarrollado por el orientador táctico (por supuesto que encuadrar a todos dentro del mismo concepto, sería erróneo).

Y encima desde lo económico, el Club deberá cancelar o renegociar en los próximos días, una deuda que se mantiene con el actual plantel, que se remite a dos meses de salario como mínimo. Se sabe de los esfuerzos que hace la dirigencia, y en particular algunos directivos, para poder hacer viable el fútbol en Talleres. Pero otra vez no alcanzó. Se hizo un presupuesto que no se pudo sostener con los ingresos generados. Y por cuarta temporada consecutiva, tras disputarse la última fecha, el fútbol de Talleres muestra una deuda con su plantel profesional de más de dos meses. Y evidentemente, este es otro punto, el presupuestario, que habrá que subsanar de inmediato, para lograr el reposicionamiento de Talleres y su fútbol.

Es cierto; hubo momentos y seguidillas de resultados que entusiasmaron e ilusionaron a muchos; pero la fisionomía mostrada por el equipo a lo largo de esos ocho partidos –entre la 10° y 17° fecha-, no alcanzó a ser constante y repetida, y el equipo se perdió entre sus propias limitaciones, para coronar una segunda rueda paupérrima.

Obviamente que también en este fracaso, sobre el final de la temporada, existen errores cometidos por Hernán Bochini, que también fueron gravitantes para la eliminación de Tallarín. Porque no supo o pudo, darle el nivel de juego a un equipo, que se hundía en el medio del mar. Pero indudablemente, es el heredero de un plantel, que no mostraba mayores variantes, para reflotar un barco que naufragaba desde hacía varios partidos, y que había provocado la renuncia de su “capitán” tras la derrota con Argentino de Merlo.

Como conclusión queda entonces decir, algo que podía presumirse en Julio del año pasado –siendo pesimista o negativo en el enfoque-, y que se termino dando. El Tallarín no ganó seis meses de trabajo, como sostenía Ruggero; perdió un año completo. Un año, que dejó muy poco entre lo positivo, que tantas veces pidió el mismo ex entrenador que se resalte desde el costado periodístico que desarrollamos a través de este medio.